Alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres en el trabajo, así como en otros ámbitos es un objetivo por el que muchas personas y organismos se esfuerzan a diario.
Décadas de estadísticas nos demuestran la desigualdad que sufre la mujer desde su lenta introducción a la vida laboral.
Aunque nos encontramos en un momento de evolución y cambios en la sociedad, la situación actual de la mujer se sigue caracterizando por una serie de factores como:
- El hecho que después de una jornada de trabajo, siguen dedicándose a las tareas domésticas y el cuidado de los hijos/as.
- Recae en ellas los permisos o excedencias para dedicar tiempo al cuidado de los hijos o familiares.
- Falta de presencia en algunos ámbitos laborales.
- Poco acceso a puestos directivos y mandos intermedios.
- Diferencia retributiva por mismo tipo de trabajo.
En España, el nacimiento del Instituto de la Mujer supuso un gran cambio y el comienzo de una política institucional para la igualdad de oportunidades.
Este organismo durante años se ha centrado en la recopilación, investigación y seguimiento de actuaciones para la concienciación de la igualdad de género, enfocándose en la búsqueda de oportunidades dentro de sectores masculinizados, poniendo a disposición de mujeres emprendedoras información y diseñando paulatinamente lo que hoy conocemos como Planes de igualdad.
¿Qué son los planes de igualdad y para qué sirven?
Un plan de igualdad es un conjunto de medidas evaluables, que tienen por objeto eliminar aquellos obstáculos que impiden o dificultan la igualdad de género, así como cualquier discriminación por razón de sexo en las empresas.
El primer marco legal para planes de igualdad se estableció a través de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. El propio texto de la Ley insiste en la necesidad de una acción normativa para combatir todas las manifestaciones de discriminación por razón de sexo que se dan en la mayoría de los ámbitos social, política, económica y cultural.
En esta lucha contra la discriminación por razón de género, el gobierno se ha comprometido a crear campañas para la promoción de las mujeres en otras áreas de trabajo, a velar por la igualdad retributiva y la promoción y liderazgo de mujeres en la vida política, económica, social y cultural del país, subrayando la lucha contra la violencia de género como prioridad nacional.
La cuenta atrás para incluir un plan de igualdad en las empresas empezó en marzo de 2020 y este 07 de marzo el plazo llegó a su término. Este requisito es obligatorio para todos aquellas organizaciones públicas y privadas que cuenten con más de 50 trabajadores en su plantilla.
La elaboración de un plan de igualdad pasa por varias fases, desde la creación de un comité de igualdad hasta el control, seguimiento e informe de este.
Estructura de un Plan de Igualdad
El compromiso de la alta dirección es el primer pilar fundamental para la implantación del plan.
En una primera fase se crea el comité de igualdad, el cual debe estar formado equitativamente por representantes de la empresa y de los trabajadores y, a ser posible, debe haber hombres y mujeres. Estos serán los encargados de hacer seguimiento y llegar a acuerdos sobre qué acciones serán necesarias para la correcta gestión del mismo.
El análisis de toda la información recopilada, tras un estudio cuantitativo (recopilación de datos y registros facilitados por la empresa) y cualitativo (basado en la experiencia u opinión subjetiva mediante cuestionarios a todo el equipo) darán una visión global sobre en qué posición se encuentra la organización.
Las reuniones de seguimiento y toma de acciones estarán recogidas en actas para evidenciar la consolidación del plan, la cooperación y compromiso.
Y el organismo que validará cualquier plan de igualdad será el Instituto de la Mujer.
¿Qué riesgos pueden surgir?
Derivamos de cada una de fases, nos podemos encontrar con los siguientes riesgos:
- Inicio del plan: Falta de Compromiso alta dirección, no creación de comités, baja comunicación de la creación del Plan.
- Toma de datos: Datos erróneos, falta de información, perdida de datos, archivos protegidos, archivos dañados.
- Análisis de datos: Sesgo en la información, falta de contextualización de los datos, uso intencionado de los datos, sector altamente sexualizado, falta de capacidad analítica.
- Ejecución de acciones: Falta de compromiso, acciones ineficaces o ineficientes, resistencia al cambio, falta de consenso, carencia de presupuesto.
- Presentación del Plan: Incumplimiento de requisitos, no cumplir plazos, denegación según criterios del Instituto de la mujer.
- Seguimiento y Control: Planes de igualdad en el olvido, incumplimiento de fechas y acciones, ausencia de reuniones de seguimiento.
Es por todos estos puntos mencionados que los principales riesgos a los que podemos enfrentarnos durante la realización de un plan de igualdad son muy variados. Van desde una primera fase y están sujetos a innumerables variables que pueden alterar una correcta interpretación y aplicación. Por lo que aconsejamos utilizar un enfoque global del riesgo para cada fase, con el fin de conseguir el éxito del plan de igualdad.
¿Qué pasa si no presentamos un plan de igualdad?
Sólo las empresas que disponen de una plantilla de más de 50 trabajadores están obligadas a su cumplimiento, por tanto, las microactividades no se ven afectadas.
El no cumplimiento de esta ley supone multas de entre 6.251 a 187.515 euros en caso de considerarse muy graves. Por ello, en estos últimos meses se ha visto un aumento considerable de peticiones de planes de igualdad a empresas especializadas, aunque la cifra de organismos registrados continúa siendo baja.
Debemos tener presente los beneficios de una buena gestión del Plan de igualdad, que son los siguientes:
- Mejora la productividad.
- Mejora del clima laboral.
- Trabajo en equipo.
- Retención de talento.
- Eliminación de conductas inapropiadas.
- Mejora la imagen de la empresa.
- Reduce la discriminación y/o acoso.
- Acceso a ayudas y subvenciones.
- Evita exposición a sanciones.
- Obtención del Distintivo de Igualdad en la Empresa.
En definitiva, aunque las empresas tengan o no la obligación de implarlo, hacerlo puede aportar grandes beneficios, tanto a nivel empresarial, como a nivel social.
Si no contamos con la experiencia o el conocimiento para realizarlo, contemplar la opción de acudir a consultoras especializadas, puede ser una opción.